Llámame por mi nombre

En Chavos por Ale Prieto

Con motivo del reciente documental animado Le Clitoris producido por la canadiense Lori Malepart-Traversy, que actualmente se proyecta en distintos festivales de cine de arte y que se está difundiendo a través de redes sociales como en la plataforma de Playground, me surgió la necesidad de escribir este breve artículo que tiene que ver con la importancia de referirnos a los órganos sexuales, masculinos y femeninos, por su nombre biológico en lugar de utilizar sobrenombres, como algunas personas suelen hacer.

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Ya sea, por falta de educación, desinformación, mito o costumbre e inclusive como una forma de juego, por generaciones nos hemos dado a la tarea de cambiar el nombre de los órganos sexuales por apodos como una manera de ocultar  partes de nuestro cuerpo con las que nacimos y a través de las cuales fuimos creados, mostrándonos totalmente incongruentes con nuestra propia naturaleza humana, como si nos tuviéramos que avergonzar y sentir culpables por cómo somos.

Le Clitors busca mostrar de manera didáctica y sencilla la función del clítoris, resaltando su cualidad exclusiva de ser un órgano generador de placer en la mujer, que por un tema de control y por supuesto de machismo, a largo del tiempo se le ha minimizado su importancia.

Y, ¿cómo es que vamos a conocer la función y el potencial del clítoris o de otros órganos sexuales, si en distintas culturas alrededor del mundo como la nuestra apenas y nos atrevemos a mencionarlos por su nombre biológico?

Considero que es esencial darnos cuenta que en el ámbito de la sexualidad al referirnos a las cosas como son, logramos una visión completa de nosotros mismos y de nuestro cuerpo y nos podemos vivenciar sin remordimientos liberándonos de una serie de ideas mal fundamentadas que heredemos de generaciones pasadas y que a veces ni siquiera cuestionamos.

Inclusive, en materia de educación sexual infantil, si enseñamos a los niños y las niñas a que desde pequeños llamen a sus órganos sexuales tal cual debe de ser, además de evitarles crecer con culpas por ser cómo son y confundirlos, los ayudamos a:

  • Comprender mejor la manera en que su organismo funciona y a construir una sexualidad más sana y positiva.
  • A tener una visión completa de si mismos, sin partes ocultas o borrosas.
  • A identificar, en dado caso, cualquier tipo de síntoma que pudiera aparecer en lugares como la vulva y el pene u otros y comunicarlo para ser atendido por un especialista.
  • A prevenir situaciones de abuso sexual y a pedir ayuda, puesto que el niño o la niña tendrán la capacidad de ponerle palabras a los sucedido e identificar aquello que es íntimo y privado para ellos y ellas.

Y finalmente, me pregunto, ¿tiene lógica que las personas nos avergonzarnos por aquello que nos fue dado de manera natural? ¿Hasta qué punto el “pudor” se confunde con esta incapacidad de aceptar nuestra propia naturaleza humana tal cuál es?

Para contratar talleres de educación en sexualidad envia un correo a: aleprieto@emocioneser.com.mx

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